Julio Díaz

El pasado 21 de octubre, el Grupo Irina Khov celebró sus primeras Jornadas de Crítica cultural y Pensamiento audiovisual. Éstas, cuyo título ha sido Diversidad y diferencias: alteridades cinematográficas, se desarrollaron en la UEM, que ha sido el útero en donde hace año y medio se gestó este grupo de género y pensamiento crítico.

Luis Arenas, antiguo profesor de la UEM, rompió el hielo con el tema Abrazar la contingencia: apuntes sobre arte y posthumanismo. Al igual que W. Benjamin le dijo a Bataille que trabajaba para el fascismo, Luis Arenas nos advirtió del peligro de hacerlo para la contingencia del momento actual sin ningún tipo de cautela. Desde la ficción de la identidad que nos sustenta, pasando por el arte abyecto que lo representa, hasta la nueva tekné genética que nos remodelará en un tiempo no muy futuro, Luis Arenas pintó los pros y los contras del post-humanismo hacia el que inexorablemente vamos.

La segunda conferencia de las Jornadas vino de la mano de David Córdoba, sociólogo barcelonés especialista en género. Con pulcritud y claridad extrema, explicó y definió los conceptos que vertebran toda la teoría queer, para después pasar a los ejemplos cinematográficos más representativos. Desde las clásicas escenas del primer Almodóvar, pasando por Priscilla, la reina del desierto, hasta Brokeback Mountain, Córdoba realizó un minucioso recorrido por los hitos más sobresalientes del cine queer y la cultura camp.

Con la conferencia de la multidisciplinar Pilar Aguilar ¿Mujeres de cine, o de película?, sencillamente, aprendimos a mirar. Al menos de otra forma. El bosque no nos dejaba ver los árboles, pero tras los análisis que la socióloga y crítica de cine realizó de películas como Pretty Woman o de Carmen contemplamos hasta las raíces ocultas de la imagen fílmica y de la construcción de género. Con su instrumental de quirófano, abría y seccionaba meticulosamente las historias que algunos habíamos visto hasta más de cinco veces, para mostrarnos lo evidente, pero no por ello claro y perceptible.

Cerró las jornadas Enrique Gil Calvo, que desde la Facultad de Sociología de la UCM vino para hablarnos del leitmotiv cultural de lo crudo, lo cocido y lo podrido, esto es, el héroe, el patriarca y el monstruo, en definitiva los tres papeles (en principio) masculinos de todo relato, ya sea imaginario o real. Saltando de la esfera de lo ficticio a la esfera de la cruda realidad, mostró el esqueleto antropológico de lo social en el que se sustentan la ley y el orden.



El próximo día 21 de octubre, en al auditorio del Edificio B, tendrán lugar las I Jornadas de Crítica Cultural y Pensamiento Audiovisual: “Diversidad y diferencia: alteridades cinematográficas”. Dichas Jornadas están organizadas por el Grupo Irina Khov, perteneciente al proyecto de investigación “Género y Comunicación”, dirigido por la profesora Carolina Meloni. En esta ocasión, las Jornadas tendrán como tema principal la intersección teórico-crítica que encontramos entre cine y género. Para ello, contaremos con la presencia de reconocidos académicos de distintas universidades españolas, así como con críticos de cine y especialistas tanto en teoría del género como en comunicación audiovisual. Entre los ponentes se encuentran, Pilar Aguilar, licenciada en Filología Moderna tiene entre otras publicaciones el Manual del espectador inteligente, Madrid, Fundamentos. Mujer, amor y sexo en el cine español de los 90.

El profesor y doctor en Filosofía Luis Arenas, que tiene centrada su investigación actual en la intersección y el diálogo que cabe establecer entre la filosofía y otros lenguajes o disciplinas como la estética, la teoría de la imagen, la fotografía o la arquitectura contemporánea y es el tema del proyecto I+D+I que en la actualidad dirige como investigador principal: «Espacio y subjetividad: ampliaciones y quiebras de lo subjetivo en la ciudad contemporánea».

El sociólogo David Córdoba es especialista en filosofía postestructuralista, marxismo y teoría queer. Por último, Enrique Gil Calvo, que destaca en la Sociología Política y la So-ciología del Género, la Edad y la Familia. Ha conseguido entre otros galardones el Premio Anagrama de Ensayo 1977 por su libro Lógica de la libertad. Premio Espasa de Ensayo 1991 por su libro Estado de fiesta. Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2006 por su libro La ideología española. Es columnista del diario El País y colabora en la revista Claves.

Un espectro asedia Europa: el espectro de la pornografía (1) ... Desde finales de los años 70’ y, fundamentalmente, a lo largo de los 80’, la pornografía se ha visto cuestionada, analizada, criticada, desmenuzada y clasificada por toda una serie de amigos o enemigos de sus discursos y representaciones. Académicos, feministas pro o anti-pornografía, ligas de la familia, políticos conservadores, jueces, etc… Todos han tenido algo que señalar, juzgar, sentenciar. Desde los acérrimos pornófobos a los oportunistas pornófilos, todos han dado su visión de la pornografía; todos han puesto su ojo indiscreto, obsceno en ocasiones, sobre la imagen pornográfica. Puede que no haya género cinematográfico más cuestionado, analizado y examinado desde ópticas y lugares tan dispares como éste. Podríamos quizás preguntarnos por qué este género nos inquieta tanto, por qué nunca nos deja indiferentes. ¿Cómo vemos, cómo nos hace ver la pornografía? ¿Por qué rechazamos o aceptamos determinadas prácticas que se dan en ella? ¿Qué es lo que allí se pone en marcha? ¿Qué es lo que percibimos y significamos a través de ella? ¿Qué posee este género estéticamente pobre, socialmente marginal y culturalmente masificado que compromete a sectores tan diversos de la sociedad?
La tercera sesión del Grupo Irina Khov se ha dedicado a analizar y lanzar algunas ideas para pensar la pornografía, la imagen pornográfica o el teatro pornográfico, más allá de las reacciones morales que ésta suscita. En primer lugar, el porno ha aparecido como espacio o lugar que nos permite reflexionar sobre cuestiones tales como: la frontera que establecemos entre lo público y lo privado, sobre los límites que marcamos entre el adentro y el afuera, sobre nuestra propia intimidad y el concepto mismo de secreto. En segundo lugar, la pornografía es un enclave privilegiado para reflexionar sobre los discursos de saber-poder que nos atraviesan e invisten nuestros placeres y cuerpos y, también sobre cómo estos discursos intervienen en la construcción de los géneros. Por último, la pornografía se analizó como un efecto óptico-discursivo a través del cual reflexionar, precisamente, sobre la construcción de nuestra mirada. Suerte de fenomenología de lo porno: punto de partida para pensar el surgimiento de los cuerpos y de los sujetos. Quizás habría que pensar el acontecimiento pornográfico como si de un foco de luminosidad se tratara. Si algo caracteriza la pornografía es que se trata de una escena que nos sitúa, por propia naturaleza, fuera de la escena misma, al margen de la esfera de lo común, de lo público. Lo que define lo pornográfico es precisamente el hecho de situarse al margen, su carácter de marginalidad. Literalmente, lo porno está fuera de escena: es obs-ceno. Siempre escurridizo a nuestras miradas, siempre lindando con el secreto, con lo escondido y, a la vez, imagen absoluta de la visibilidad y de la transparencia. Nada más nítido y carente de sombras que el cuerpo pornográfico, donde cada rincón del mismo está destinado a verse, a mostrarse a nuestras miradas.
Más allá de los debates morales, éticos y feministas que pone en marcha la pornografía, el debate fundamental del porno es la intersección que en éste se produce de lo público y lo privado, del poder y del placer, de lo aceptado y lo prohibido. Quizás, como afirma J. Baudrillard, el porno inaugura la era de la transparencia, de la visibilidad absoluta, de la obscena intimidad de todas las cosas… Quizás, como este mismo autor augura, nuestra época es hoy una época pornográfica, pues la esencia de lo pornográfico parece haber contagiado diferentes ámbitos y registros: desde los medios de comunicación de masas, el cine, la publicidad, el arte, incluso la naturalidad con la que lo íntimo se vuelve público en las cámaras de vídeo vigilancia que encontramos en cada rincón de nuestras ciudades.
Esta fragilidad del secreto frente al ojo pornográfico, expuesto en este escenario impúdico, abierto a todas las miradas, hace del porno una suerte de panóptico continuo, un espacio absolutamente obsceno. Obsceno, el porno es esa contradictoria representación absolutamente visible, caracterizada por la iluminación extrema que todo lo muestra y que nada oculta. Obsceno, el porno se encuentra en los márgenes de lo público, incapaz de salir a la palestra, al ágora, a nuestras zonas comunes. Siempre marginal, marginado. Sin embargo, “le pedimos al porno precisamente lo que nos asusta de él: que diga la verdad de nuestros deseos”(2) , que nos revele la intimidad de lo que somos. Y a veces, esa cruda transparencia nos incomoda, nos disgusta. Pues “nunca hay que tocar el enigma, so pena de caer en la obscenidad”(3) .
CAROLINA MELONI


(1)Además de la célebre frase de Marx, con la que se abre el Manifiesto comunista, esta frase remite al comienzo del artículo de Raquel Osborne: “Censura o libertad de expresión: ¿un dilema para el feminismo?”, en Las mujeres en la encrucijada de la sexualidad. Barcelona, Edicions de Les Dones, 1989, p. 43; donde se recoge la polémica surgida en Estados Unidos entre las feministas anti-pornografía.
(2)DESPENTES, V.: Teoría King Kong. Barcelona, Editorial Melusina, 2007, p. 78.
(3)BARBA, A. y MONTÉS, J.: La ceremonia del porno. Barcelona, Anagrama, 2007, p. pp. 142-143

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